La gente pasa a lo largo de tu vida tal y como caminas por una calle concurrida, algunos con más importancia que otros, pero al final todos salen para seguir su camino, todos, siempre.
De todos los que entran y salen, la gran mayoría lo hace por decisión propia, pero por desgracia con algunos no sucede así. Hoy, 27 de Agosto, no es un día particularmente alegre para mí, pues es la misma fecha en que hace años un gran amigo dejo obligada y apresuradamente este mundo maldito. No mencionaré su nombre, ni contaré como ocurrieron las cosas porque a nadie le interesa, y a los que si, bien sabemos estas dos cosas.
Hoy, y como pasa con muchas cosas, los números se juntan de manera macabra. Todo esto ocurrió hace siete años, en esa tarde fuimos siete personas quienes lo despedimos, para que fuera a un viaje del que suponía volvería en dos semanas y del cual no regresó, y fue justo a las siete de la tarde cuando el accidente ocurrió. Quizás no sea más que una coincidencia estúpida, y además, ¿importa?, no, claro que ya no importa.
Jamás me olvidaré de cómo lucia el rostro de mi amigo cuando se despidió ese día, es uno de esos recuerdos que aunque quieras sacar de tu cabeza se guarda nítido como una fotografía y se aparece solo y justo cuando él lo quiere.
Cuando se fue parecía apenado por algo, ¿lo sabia? Quizás, nunca lo sabré con certeza, pero déjenme decirles, si él hubiera sabido lo que pasaría, habría viajado de todas formas, de eso estoy seguro, lo conocía bien, siempre puso su propia importancia detrás de la de los demás, siempre exteriorizo su felicidad, aprendí muchas cosas de él, pero eso, es algo que no se puede aprender, es algo con lo que solo unos pocos tienen, la suerte o desdicha (como prefieran) de nacer.
Podría contar tantas historias que vivimos, tantas imbecilidades que hicimos de chicos, tantas cagadas que nos mandamos, pero no contaré nada de eso, prefiero mantener esas cosas en mi memoria, al fin y al cabo siempre hay cosas que no pueden describirse, ni cuando las hablas, y ni siquiera escribiéndolas.
Algo curioso de todo esto, es que a las otras seis personas con las que compartía hace ya siete años, no las he visto hace mucho, ya no me relaciono con ninguno de ellos, y pensar que todos éramos amigos inseparables, pero bueno, la verdad se que hay uno de ellos que por los mismos motivos del que hablaba antes, ya nunca lo volveré a ver, al menos no en esta vida, sé que uno está en Santiago, cumpliendo el sueño que todos teníamos en aquella época; tocar música, no grabar, ni vender, ni nada, solo tocar música, a una la vi hace un tiempo, extrañamente en otro velorio, de los otros tres no tengo idea.
En fin, ojala todos estén bien, y si por alguna casualidad se acordaron de la fecha, o de alguno de los que estuvimos en sus vidas antes, no sea para mal, y entiendan que todos los que alguna vez entran en tu vida, saldrán.
De todos los que entran y salen, la gran mayoría lo hace por decisión propia, pero por desgracia con algunos no sucede así. Hoy, 27 de Agosto, no es un día particularmente alegre para mí, pues es la misma fecha en que hace años un gran amigo dejo obligada y apresuradamente este mundo maldito. No mencionaré su nombre, ni contaré como ocurrieron las cosas porque a nadie le interesa, y a los que si, bien sabemos estas dos cosas.
Hoy, y como pasa con muchas cosas, los números se juntan de manera macabra. Todo esto ocurrió hace siete años, en esa tarde fuimos siete personas quienes lo despedimos, para que fuera a un viaje del que suponía volvería en dos semanas y del cual no regresó, y fue justo a las siete de la tarde cuando el accidente ocurrió. Quizás no sea más que una coincidencia estúpida, y además, ¿importa?, no, claro que ya no importa.
Jamás me olvidaré de cómo lucia el rostro de mi amigo cuando se despidió ese día, es uno de esos recuerdos que aunque quieras sacar de tu cabeza se guarda nítido como una fotografía y se aparece solo y justo cuando él lo quiere.
Cuando se fue parecía apenado por algo, ¿lo sabia? Quizás, nunca lo sabré con certeza, pero déjenme decirles, si él hubiera sabido lo que pasaría, habría viajado de todas formas, de eso estoy seguro, lo conocía bien, siempre puso su propia importancia detrás de la de los demás, siempre exteriorizo su felicidad, aprendí muchas cosas de él, pero eso, es algo que no se puede aprender, es algo con lo que solo unos pocos tienen, la suerte o desdicha (como prefieran) de nacer.
Podría contar tantas historias que vivimos, tantas imbecilidades que hicimos de chicos, tantas cagadas que nos mandamos, pero no contaré nada de eso, prefiero mantener esas cosas en mi memoria, al fin y al cabo siempre hay cosas que no pueden describirse, ni cuando las hablas, y ni siquiera escribiéndolas.
Algo curioso de todo esto, es que a las otras seis personas con las que compartía hace ya siete años, no las he visto hace mucho, ya no me relaciono con ninguno de ellos, y pensar que todos éramos amigos inseparables, pero bueno, la verdad se que hay uno de ellos que por los mismos motivos del que hablaba antes, ya nunca lo volveré a ver, al menos no en esta vida, sé que uno está en Santiago, cumpliendo el sueño que todos teníamos en aquella época; tocar música, no grabar, ni vender, ni nada, solo tocar música, a una la vi hace un tiempo, extrañamente en otro velorio, de los otros tres no tengo idea.
En fin, ojala todos estén bien, y si por alguna casualidad se acordaron de la fecha, o de alguno de los que estuvimos en sus vidas antes, no sea para mal, y entiendan que todos los que alguna vez entran en tu vida, saldrán.
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